«Tenía siete años. Yo era alumno de la escuela Juan Rudín, y dibujaba. Recuerdo al hombre con turbante que rompió mi profesor de educación física. Fue uno de mis primeros trabajos y él lo rompió. Ese hecho -doloroso para mí- es como un punto de partida.»
– Carlos Poveda, costarricense, quien reside en Caracas desde hace más de diez años, dibujante, pintor, artista plástico en suma, quiere asomarse al pasado, asido a la firme amplitud de sus sólidos trazos de hoy, como quien no teme ahondar en zonas oscuras, ya lejanas.
«…Entré a la vida por la ruptura y por la muerte. Y la muerte, no como algo natural sino como algo mágico doloroso: mi padre fue un militante. En el 48 lo quemaron vivo. Ahora me interesa sólo mi futuro. No sé si debería contar estas cosas, o si es mejor guardarlas. Hoy existe la libertad como motivación. Pero ese hecho antinatural se convierte en un eco que de alguna manera incide en mi obra…»
– Carlos Poveda, dentro de esa magia inasible y doliente, afronta la vida. Hay que aprender un oficio. Como su padre, será mecánico, zapatero u orfebre. Entra interno al Colegio de los Salesianos de Cartago. Proliferan sus diseños, caricaturas y dibujos. La historia se repite, en apariencia: el sexo, escaparse, la expulsión, el llanto, el reingreso.
«Soy aceptado pero no vuelvo. Puedo decir que inicio mi camino de libertad. Uno pretende ser o hacer cosas. Pero en el andar se descubren otras. Todo lo que acumulamos no son sino huellas en el espacio, huellas en la vida y en el papel.»

– El primer reconocimiento público que recibe Carlos Poveda es el premio de la Editorial Costa Rica, por haber ganado el concurso de su viñeta logotipo, en 1960. Del 62 al 64, el artista se interrelaciona con los integrantes del Grupo 8: Harold Fonseca, Felo García, César Valverde, Luis Daell, Néstor Zeledón, Hernán González, Lola Fernández, Guillermo Combariza y la presencia sensible de Manuel de la Cruz…
«Fue importante. Es la primera vez que me encuentro con el arte. Está ocurriendo algo diferente. Puedo tomar el pulso de los otros. Y ocurre en la arcadas, donde la gente iba a no hacer nada, y a ver para arriba. Ahora, allí, hay cuadros, hay diálogo.»
– José Gómez Sicre lleva, en 1964, una exposición de trabajos del Grupo 8 a Washington, e incluye a Poveda en el grupo. En una sala: «Artistas modernos de Costa Rica». Y se vendieron -de Poveda- todos los dibujos.
«Comenzó para mí una verdadera carrera. No tuve que enfrentarme a ningún movimiento plástico, ni manejar corrientes y tendencias que en ese momento incluso desconocía. Fue algo muy simple: el éxito al alcance de mis manos. Algo que hacía, gustaba y me pagaban por ello. No me importaban ni me importan las tendencias y los “ismos”. Mi bandera -o mi autodefensa- es la libertad. Desde entonces, y algunas veces, he querido preguntarme por el valor del arte. El arte, un arte determinado, vale o no vale y por qué… Son preguntas que no tienen sentido. ¿Qué puede valer un verso, un cuadro, una obra sinfónica? ¿De quiénes y de qué depende su valor? ¿Quién y cuándo marca el precio?»
– La connotada crítica de arte latinoamericana María Traba ha dicho sobre la obra gráfica de Poveda: «…tiende a la elipsis y a las grandes síntesis, al signo, a la caligrafía japonesa. De ahí que, sumándose a los hechos consumados del dibujo contemporáneo, aporte otra visión y pueda enriquecerlos».
Con un libro de Historia del Arte Costarricense en sus manos, Poveda se decide a aprovechar la oportunidad para recalcar que «quienes han señalado -por facilismo crítico- mi vinculación con determinados artistas latinoamericanos, tendrá que retroceder en sus superficiales afirmaciones, porque existen objetivos diferentes: Cuevas, gran dibujante, es Sade, son los signos oscuros y misteriosos de la escala estética. Yo, si bien es cierto que se habló en una época del “psychological insight” o patetismo interno de mis dibujos, he evolucionado. Mi mundo es otro. Está en mi línea, en mis aves, en mis nubes. No acepto que me comparen con Cuevas y menos que me señalen como su seguidor. Ricardo Ulloa puede haber hecho una gran labor cultural en Costa Rica… Pero lamento que la historia del arte nacional esté en sus manos. Debería enterarse más».

– De Poveda conocemos, hace mucho tiempo sus figuras. Esas asidas al ancla de sus primeros recuerdos. Figuras dolientes pero suaves e ingenuas. «Su mirada es noble casi siempre», nos dice el autor. «Provocan ternura.» Nos interesa saber en qué momento se desliga Poveda de la Figura como tal, e inicia lo que nosotros denominamos, con la sorpresa franca del espectador, la «historia de una línea que se agranda», porque no son sino líneas sus aves, no son sino líneas los trazos de sus nubes, y no es sino una línea su tríptico de tres metros de largo por uno de alto, trazo armónico, definitivo, que ignora la ruptura y que es, por encima de todo, eso: una línea libre que creció.
«En el año 73, trabajando aún la figura, surgen en mi obra los temas sagrados», comenta el artista. «Necesito expresar a través de mis grafismos un mensaje literario, no meramente ilustrativo, sino interpretativo. ¿Y qué mejor documento que uno que hable del bien y que ordene al hombre los caminos de la rectitud? Estudio el Antiguo Testamento, en su traducción más veraz. Profundizo en el idioma hebreo, y vierto esa pasión intelectual en obra plástica: David y Goliat, Hombre con Taled, Antes de la Biblia…»
– Carlos Poveda viaja luego a Polonia donde perfecciona sus conocimientos gráficos trabajando particularmente el grabado y la litografía. A su regreso del fértil paso por Europa, expone en Caracas, Venezuela, en la Sala Mendoza, una serie de trabajos de gran calidad gráfica y textural. Ante la sorpresa de quienes reiteradamente lo ubicaban en la figuración o nueva figuración, allí prevalece la línea. Es a partir de este momento, en 1977, donde definitivamente se proyecta la libertad de su trazo. Junto a obras más antiguas, trabajos de la Serie sobre textos de Jorge Luis Borges y una importante manifestación plástica dentro del mundo de la abstracción, en la que comienzan a asomar el color, cauteloso, como una pasión contenida.
«El resultado depende de los matices, de la continuidad, de la intensidad, presión o intención del movimiento manual. Trabajo sobre papel, madera teñida, tela virgen… Experimento con arena y yeso. Mis figuras, óleos sobre papel, con la técnica del “frotado”. Hoy incorporo constantemente nuevos elementos a mi creación, pues no acepto el estancamiento, el estatismo mental. He conseguido también crear mis nubes dentro de bloques plásticos transparentes. Trabajo todos los días. Camino hacia la libertad todos los días. Busco la paz todos los días.»
– En los últimos meses Carlos Poveda ha realizado cinco exposiciones individuales -una de ellas en Costa Rica. En el mes de octubre de este año participará en la Bienal de México.
Ilustraciones:
1) [Retrato fotográfico de C. Poveda]
«Carlos Poveda ha realizado en los últimos meses cinco exposiciones individuales, una de ellas en Costa Rica»
2) [Dibujo de C. Poveda a la pluma]